La Trampa del Crecimiento

Autor(es): Pablo Gajardo B., Ph.D. | Consultor de Negocios, Académico e Investigador UDP - Carlos Almarza L., Contador Auditor | Socio KLCE Group

15 de abril 2025

 

I. Cuando crecer puede ser un problema

En teoría, todos queremos crecer. En lo personal, en lo económico, en lo profesional, en lo empresarial. Crecer es sinónimo de avanzar, de mejorar, de estar vivos. Pero, ¿y si no siempre fuera así? ¿Y si crecer demasiado rápido, o de forma desordenada, pudiera convertirse en una amenaza?

La trampa del crecimiento ocurre cuando la expansión acelerada de una empresa, organización o economía comienza a generar ineficiencias, sobrecarga de recursos y una desviación de los objetivos estratégicos. Lo que inicialmente parece una buena noticia —más ventas, más usuarios, más inversión— se convierte en una fuente de caos, pérdida de calidad, debilitamiento institucional o incluso crisis financiera.

Este fenómeno ha sido analizado por muchos académicos, entre ellos por economistas como Robert Solow y Paul Krugman, quienes advierten que un crecimiento sin mejoras en la productividad o sin una base sólida termina siendo insostenible. Krugman, por ejemplo, ha señalado que "la productividad no lo es todo, pero en el largo plazo es casi todo". Es decir, el crecimiento sin productividad es una ilusión peligrosa.

En el mundo real, lo vemos a diario: empresas que no logran adaptarse a su nuevo tamaño, gobiernos que colapsan por falta de infraestructura, equipos que se fragmentan al doblar su tamaño, y líderes que se pierden entre métricas que ya no comprenden. A veces, crecer es el problema.


"El crecimiento por sí solo no es garantía de éxito; cuando se convierte en un fin en sí mismo, puede ser el principio del colapso.”


“La trampa del crecimiento ocurre cuando la expansión acelerada de una empresa, organización o economía comienza a generar ineficiencias, sobrecarga de recursos y una desviación de los objetivos estratégicos”


 

II. El crecimiento que no suma

No todo crecimiento es bueno. Esta frase, aunque impopular en círculos empresariales o políticos, encierra una verdad fundamental. Muchas organizaciones no colapsan por falta de crecimiento, sino por haber crecido mal o demasiado rápido.

Hay empresas que duplican sus ventas, pero también duplican sus costos operacionales sin mejorar su rentabilidad. En estos casos, el crecimiento es cuantitativo, pero no cualitativo. Suma en los informes, pero resta en la capacidad real de generar valor.

Un ejemplo emblemático es el caso de muchas startups tecnológicas que, impulsadas por rondas millonarias de inversión, expanden sus operaciones a múltiples mercados sin haber consolidado su modelo de negocio. Algunas logran sobrevivir; la mayoría termina con estructuras infladas, costos insostenibles y un equipo directivo agotado.

Esto también ocurre en el ámbito institucional. Un municipio puede recibir una inyección de recursos para infraestructura sin tener la capacidad técnica para gestionar las obras. El resultado: proyectos inconclusos, sobrecostos y una ciudadanía decepcionada.

La trampa del crecimiento se refuerza por una cultura que idolatra la expansión y desprecia la consolidación. Se premia al que inaugura nuevos locales, no al que mejora los existentes. Se celebra al que contrata masivamente, no al que optimiza su equipo. Se aplaude el crecimiento de indicadores, aunque sea a costa del equilibrio organizacional.

Detrás de esta lógica se esconde una narrativa peligrosa: que más siempre es mejor. Sin embargo, el crecimiento sin dirección y organización puede ser tan destructivo como el deterioro financiero e incluso la quiebra.


“Hay empresas que duplican sus ventas, pero también duplican sus costos operacionales sin mejorar su rentabilidad. En estos casos, el crecimiento es cuantitativo, pero no cualitativo. Suma en los informes, pero resta en la capacidad real de generar valor


 

III. Escapar de la trampa

Salir de la trampa del crecimiento implica redefinir la relación que tenemos con el crecimiento mismo. No se trata de rechazarlo, sino de recolocarlo en su lugar adecuado: como un medio, no como un fin.

Las empresas que han logrado sostener su impacto en el tiempo comparten algunas prácticas comunes:

  • Poner límites conscientes al crecimiento: Esto significa decir no a oportunidades que desvían el foco o comprometen la capacidad operativa. Es preferible un crecimiento más lento y saludable que una expansión acelerada pero tóxica.
  • Consolidar antes de expandir: Antes de abrir nuevas sedes o lanzar nuevos productos, es clave fortalecer lo que ya existe. Esto implica revisar procesos, invertir en capacitación, y asegurar que la base del negocio esté firme.
  • Inversión en capacidades internas: En vez de destinar todos los recursos a crecer hacia afuera, muchas organizaciones exitosas dedican esfuerzos a mejorar su cultura, su tecnología y sus mecanismos de control interno.
  • Medir más allá de lo financiero: Incorporar indicadores de satisfacción interna, calidad de servicio, cumplimiento de propósito y sostenibilidad permite tener una visión más integral del verdadero impacto del crecimiento.

En términos económicos, las recomendaciones apuntan a evitar políticas basadas únicamente en estímulos de corto plazo, y más bien priorizar reformas estructurales que fortalezcan la productividad, la educación y la institucionalidad.


“Salir de la trampa del crecimiento implica redefinir la relación que tenemos con el crecimiento mismo. No se trata de rechazarlo, sino de recolocarlo en su lugar adecuado: como un medio, no como un fin”


 

IV. No todo lo que crece florece

La naturaleza nos enseña que no todo crecimiento es sinónimo de vida. Las células cancerígenas también crecen. La clave está en saber cuándo crecer, cómo hacerlo y con qué propósito.

Escapar de la trampa del crecimiento no significa resignarse a la inercia. Significa, más bien, tener la madurez para saber que crecer no siempre es avanzar, y que, en muchos casos, detenerse a consolidar es el acto más estratégico de liderazgo.

Porque crecer no es lo mismo que evolucionar. Y en un entorno cada vez más volátil, la evolución —no la expansión sin sentido— es lo que realmente asegura la permanencia.

 

V. Conclusión

La trampa del crecimiento nos obliga a cambiar la pregunta. Ya no basta con decir: “¿cómo podemos crecer más?”, sino: “¿para qué queremos crecer?” y “¿estamos preparados para hacerlo?”.

En tiempos donde las métricas y los titulares premian el tamaño, vale la pena recordar que la sostenibilidad, la solidez y la coherencia estratégica son formas más inteligentes de avanzar.

Crecer puede ser bueno. Pero crecer sin foco, sin capacidades, sin propósito, puede ser el camino más directo al estancamiento —o al colapso.

Solo quienes entienden esto podrán construir organizaciones y economías que no solo crezcan, sino que perduren.

 

Referencias:

  • Collins, J. (2001). Good to Great: Why Some Companies Make the Leap... and Others Don't. HarperBusiness.
  • Christensen, C. M. (1997). The Innovator's Dilemma: When New Technologies Cause Great Firms to Fail. Harvard Business Review Press.
  • Ries, E. (2011). The Lean Startup: How Today's Entrepreneurs Use Continuous Innovation to Create Radically Successful Businesses. Crown Business.
  • Hamel, G., & Prahalad, C. K. (1994). Competing for the Future. Harvard Business Review Press.
  • Kaplan, R. S., & Norton, D. P. (1996). The Balanced Scorecard: Translating Strategy into Action. Harvard Business Review Press.
  • Solow, R. M. (1956). A Contribution to the Theory of Economic Growth. Quarterly Journal of Economics, 70(1), 65-94.
  • Krugman, P. (1994). The Age of Diminished Expectations: U.S. Economic Policy in the 1990s. MIT Press.